martes, 9 de marzo de 2010

El Don

Michael tenía un don.
Y no era cantar, ni bailar.
Él era capaz de tocar a las personas. Tocar el alma.

Podría ser que una canción no lograra llegar al fondo, incluso es posible que una de sus actuaciones quedara (inexplicablemente) para alguien en lo anecdótico. Pero si ese alguien soportara el peso que media entre una mirada de MJ y la suya propia, sabría de qué hablo. Ese segundo eterno en el que quisieras quedarte a vivir para siempre. Irresistible, inevitable.
Personas que transmiten esperanza, que te tranquiliza el hecho de saber que están en el mundo. Que hacen todo merezca la pena. Que te alegran la vida y te dan ilusión, razones, que te ponen cada mañana los zapatos. Este es el camino y tú lo vas a andar, estoy contigo, será pan comido. Yo solo he conocido una persona con esa fuerza.
La mayor parte de las veces esa mirada no tendría ni porque ser en "real". Una fotografía, una imagen en la pantalla... Suficiente. Ese era, es su don. Y sus instrumentos la música y el baile caminos para llegar cada vez mas lejos. A mas personas. Mas esperanza. Mas alegría. Magia.
Alcanzando récords imbatibles ya para siempre.

Un día me di cuenta. Lo dije en alto y sonó loco, puede que hasta estúpido: "¡De Michael sale luz!" Pero es verdad, Michael desprendía luz. Resplandecía.

Conozco a gente que sintió lo que describo. Sin ser fans, sin flipar con él. Simplemente un día lo sintieron porque si dejabas que ocurriera era inevitable. Él te alcanzaba. Como cuando éramos pequeños y alguien iba a nuestra cama para despertarnos.

Si algo brilla en mí se lo debo a M.J. Mi alma fue tocada y mimada por él. Pero a pesar de tan extraordinario tacto guardado para siempre en lo más profundo de mi espíritu, no sé qué debo hacer para recuperar los destellos de ilusión que antes inundaban mis ojos. No puede ser que de tanta luz en la que viví ahora solo me queden sombras.
Mis arrebatos de amor donde saltaba con tanta fuerza gritando su nombre y riendo como una loca son ahora... Y en todas partes... en la caducidad de la leche, en el cine, en un juguete de mi sobrina, en mi perro, en la referencia de una factura, en todo lugar, en cualquier momento siento que me está diciendo: Vamos! sigo aquí, aquí, justo aquí, dejame quedarme... no puedo irme...
No puede irse porque era ese su don. Permanecer, amar, sonreír, sorprender, iluminar... Permanecer. Permanecer.

Te necesito tanto. Nunca imagine una vida entera sin ti.